Los catedráticos de Carnaval de mi adoptante patria gaditana dicen que para poder reírse de los demás hay que empezar por saber reírse de uno mismo. Sentado lo cual proclamo que servidor, que se llama Burgos, tiene un apellido que suena a morcilla que es una cosa mala. O a queso fresco.

-- Por eso le gusta a usted tanto Fernando Villalón. Total, entre Villalón y Burgos, de quesos se trata.

O tengo también apellido de catedral. Y menos mal que no me dedico a la política, porque si mandara en alguna parte, sería "el gobierno de Burgos", y eso da una peste a Franco en la guerra civil que no te quiero ni contar.

Así que una vez que me he cachondeado de mi propio apellido, que parece la matrícula antigua de un coche, cuando llevaban la provincia, digo que cuando el Consejo de Cofradías pinchó a la hora de elegir su cartel de Semana Santa, pues Ricardo Suárez se negó al habitual procedimiento benedictino (de El Beni) de "sin trincá", buscó un repuesto. ¿Y dónde se buscan los repuestos cuando hay un pinchazo? Pues en la Casa Pretel del Paseo Colón. Por eso eligieron a un pintor con nombre de pinchazo y de rueda de repuesto: a Juan Antonio Huguet Pretel. A quien felicito sin rodeos, porque le ha salido un cartel de cine. Pero de película de Cecil B. De Mille, de ésas que sale muchísima gente. Hasta quince elementos pictóricos y simbólicos han contado los capillones en el cartel: que si el San Lucas del Museo, que si los monaguillos, que si las varas del libro de reglas de los Estudiantes, que si el balcón con saeteros, que si los ciriales, que si las Tres Caídas de Triana, que si Montensión. -- ¡Una bulla!

Eso. ¿Habrá algo más cofradiero que una bulla? Huguet Pretel ha pintado una bulla pictórica. No seré de los que le critiquen por tal bulla, que recuerda las que Juan José Serrano Gómez componía en sus carteles de collages con fotos de Semana Santa, impresos en el huecograbado de Heraclio Fournier en Vitoria y hoy cotizadísimas piezas de coleccionista en la tienda del anticuario Félix, frente a la Puerta de San Miguel. Si lo critico es porque igual que Silvio el Rockero le decía al Loco de la Colina que a las torrijas de su mangazo les faltaba miel, señalo que al cartel "sin trincá" de Huguet Pretel le faltan muchas cosas y mucha gente de Semana Santa. Podía haberlas metido perfectamente. Total, donde comen tres, comen cuatro. Además de toda esa divina bulla, yo hubiera metido también, a saber:

Las chinas vendiendo sillitas plegables para ver las cofradías. Los miembros de las juntas que yo me sé en el bar que decir no quiero, despellejando evangélicamente a los de la otra candidatura, copa de balón en mano, que eso sí que es tela de la Pasión según Sevilla. Los de Urbanismo repartiendo sus tradicionales subvenciones del PER Cofradiero. Un concejal que no cree en Dios y que defiende el aborto y la eutanasia, vestido de chaqué, presidiendo una cofradía, con un guardia municipal de gala a cada lado. Los 7.242 músicos que componen la banda que menos integrantes lleva, con su correspondiente banderín, vestidos todos de generales de opereta, porque a esta parte de la sociedad civil le encanta vestirse de militar. Tres políticos de Madrid, amigos de Javier Arenas, pintando la mona en cierto privilegiado balcón de determinada salida de la Madrugada. Un costalero con los ojos cegados por el costal que le tapa casi la nariz, con su Cristo serigrafiado por detrás, en la ropa amplísima que la cae bajo la morcilla. Una revirá buena, de las que duran por lo menos una hora u hora y media. Un capataz presumiendo del martillo que tantas puñalás traperas le costó coger, llevando al lado a 14 ayudantes, 25 auxiliares y 3 para irle a por tabaco. Los del Cecop con gualquitalqui, mandando poner vallas por las cuatro esquinas del cartel, para ordenar tanta bulla. Un consejero de penitencia en Las Lapas, largando de los de gloria. Y Rosamar vestida de mantilla en los palcos.

Pero al cartel le falta sobre todo lo principal. Lo más clásico y representativo de nuestra Semana Santa. ¡Qué fallo! ¿Se imaginan lo redondo y bien rematado que hubiera quedado el cartel con un agrupata de gallinero dando el tradicional grito de "¡Sinvergüenza!" al pregonero de turno?



VENGA, MÁS BULLA PARA EL CARTEL

El cartel es el de la Semana Santa. Usted vio la bulla que hay en el cartel, ¿no? Y leería los añadidos que le hicimos, de todo lo simbólicamente imprescindible que echamos en falta. Bueno, pues aún hay quien dice que en el cartel falta gente. Por el Correo de la Guasa (redcuadro@yahoo.es ), varios lectores nos han enviado sus sugerencias a fin de que completemos el elenco y esos niños monaguillos no vayan solos y haya quien los saque de la cofradía cuando salgan de la Catedral. Así que, venga, más bulla para el cartel. Para que quede redondo, hay que añadirle todo lo que sigue, según las indicaciones de nuestros lectores, que saben tela de cofradías:

La madre del niño del carrito, con el dichoso carrito del puñetero niño, y no por cualquier sitio y a cualquier hora, sino precisamente en toda la bulla del Martes Santo en La Alfalfa. El referido niño del carrito, nieto del pintor, a ser posible. Dos radiografías de Traumatología de los tobillos hechos polvo por el mentado carrito del puñetero niño en la puerta del Horno de San Buenaventura de La Alfalfa, cuando La Candelaria iba para La Campana. El fotógrafo del trípode. El fotógrafo de la escalerita. El fotógrafo del chaleco con los siete mil bolsillos, en plan Indiana Jones de la salida del Museo. El fotógrafo que además lleva colgada al cuello su cámara de vídeo y va con la novia al lado, la pobre con una cara de desesperación espantosa, lo que aguanta esa mujer. El fotógrafo de un periódico que yo me sé, sacando su clásica imagen de un nazareno pasando por delante de una valla publicitaria con un anuncio de bragas y sostenes.

El forastero que el Lunes, cuando está pasando Las Penas de San Vicente, nos pregunta si esta cofradía es la misma que salió anoche al lado de La Alicantina. La mujer del referido forastero, que pregunta ahora cuándo sale la Macarena de Triana. Los canicofrades del Domingo de Ramos, vestidos como el hombre blanco del detergente. La maría puretona que le chilla al que llega andando entre los nazarenos y se coloca en primera fila para ver la salida del palio: «¡Eh, eh, que nosotras estamos aquí desde las cuatro de la tarde! ¿Tendrá cara y poca vergüenza el tío?» Cuatro o cinco acólitos asalariados, de los del antiguo régimen de los Santizo. El referido Santizo, con la caña, encendiendo una candelería en tarde ventosa. Tres hermandades de vísperas. Siete asociaciones que creen que el nuevo las reconocerá como hermandades de vísperas. Una Virgen en la lista de espera de coronaciones de Asenjo Pelegrina. El sacristán de San Pedro. Abel Moreno de paisano. Dos canónigos llegando con las bolsas del súper del Cortinglés a su casa del Colegio de San Miguel, mientras la primera del Martes Santo está llegando a la Catedral. Martín Cartaya con la cámara, haciéndole una foto a uno tela de clásico que no se está dando cuenta de que Martín Cartaya le está haciendo una foto en todo lo suyo. El cura Sánchez Dalp cangrejeando con otro cura o con una marquesa. Antonio Silva, padre e hijo. Márquez, el salmista de la Catedral, entonando las letanías desde el ambón del altar mayor.

El hermano Pablo abriéndole paso al Cardenal para llegar a la presidencia de un palio. Un buen cañonazo de pescado frito. Una docena de torrijas de Ochoa. Los nazarenitos del escaparate de La Campana. El tío de la escalera y el del carro con los cirios. La Cuesta del Bacalao. Los bomberos del puente. Un niñato dando patadas a una lata de cocacola abollada. Treinta tíos peleándose por coger un taxi en la Puerta Jerez cuando acaba de pasar la última por la carrera oficial.

Salazar y Bajuelo. Paco Santiago con Pepelu. Monseñor Giovanni Lanzafame dando vueltas por algún sitio. El camarero del Rinconcillo, tiza a la oreja. Un camarero de El Portón sirviendo una fanta fresquita a una de mantilla que está en los palcos... Y si no caben todos en el cartel de este año, dejamos unos cuantos para el que viene y así tenemos dos por el precio de uno. Bueno, por el precio... ¿No era «sin trincá»?

Felicitaçao brasileira. - Nosos parabems mais sinçeiros. Alçamos a nosa copa de caipirinha e façemos la bailaçao de uma samba por la nombrada del muito ilustríssimo senhor licençiado en Direito dom Blas Ballesteiros como cónsul geral dos Estados Unidos do Brasil en Sevilha e em as suas ilhas adiaçentes. Ballesteiros es muito do Brasil, por os colhoes. Agora vánse a enterar os brasileiros e as brasileiras do toudo o globo tirraquio lo que es la ética. Me Río de Yaneiro com el senhor Ballesteiros de cónsul geral brasileiro.